A todos nos ha pasado, te aplicas el protector solar antes de salir de casa, pero una vez en la playa te olvidas de reaplicarlo, y pagas el precio de tu error con una quemadura.
Y esperamos que la incomodidad por la que estas pasando te sirva como buen recordatorio para que la próxima vez no escatimes en el protección solar.
Pero, mientras tanto, no hay razón para volverse loco esperando que la quemazón y enrojecimiento disminuyan, y que la piel empiece a pelarse inevitablemente.
Aunque no puedes deshacerte de una quemadura solar en solo unas horas, hay formas de disminuir cualquier dolor que puedas estar sintiendo, reducir el enrojecimiento (y la posible hinchazón si es realmente grave) y asegurarte de que tu cuerpo no se convierta en una capa gigante de piel muerta.
Primero, lo básico:
¿Qué es una quemadura solar?
En pocas palabras, es la respuesta de la piel a la exposición a los rayos UV, una señal de alarma que indica el daño.
Cuando tu epidermis se enrojece, esa es la respuesta inflamatoria del cuerpo; las células están en problemas y necesitan ser reparadas y protegidas, por lo que tus vasos sanguíneos se dilatan, tu piel comienza a perder su humedad (de ahí esa sensación de tirantez), las células epiteliales se engrosan y se produce melanina para evitar que los rayos UV profundicen o dañen el ADN de tus células.
¿Cuáles son los pasos para tratar una quemadura solar?
¡Aléjate del sol! Lo más rápido posible. En el momento en que te des cuenta de que tienes una quemadura solar, métete debajo de una gran sombrilla o busca una toalla para arrojarla sobre tu cuerpo o cúbrete con lo primero que tengas a mano. Sea lo que sea, elimina el sol de la ecuación.
No te convenzas de que “el daño ya está hecho”. Si bien es cierto que ya se ha hecho algo de daño, permanecer expuesto al sol puede y te hará más daño. No le des la oportunidad.
Una vez que estés a salvo fuera del alcance de los rayos ultravioleta, hidrátate. Cuando tu cuerpo se sobrecalienta y las células de tu piel responden a la exposición a los rayos UV, pierdes mucho líquido, por lo que es importante rehidratarse pronto y con frecuencia.
Hablando de agua, también querrás ducharte (con agua tibia o fría ¡nunca caliente!) para refrescarte y bajar tu temperatura corporal.
Una ducha también te ayudará a deshacerte de cualquier protector solar, sudor, arena y agua salada o de la piscina que pueda estar pegada a tu piel.
Usa tus manos para lavarte suavemente con un gel hidratante y evita a toda costa las esponjas o los lavados bruscos. Alternativamente, puedes añadir un poco de leche y/o avena al agua para ayudarte a reducir la inflamación y el enrojecimiento. Cuando termines del baño, sécate suavemente la piel, ¡sin frotarla!
Si todavía te sientes hinchado e incómodo después de la ducha, ve hasta el congelador y coge una bolsa de hielo (o de guisantes. Aplícala sobre la quemadura para reducir aún más la hinchazón y la temperatura de tu piel.
Mi truco favorito es remojar una toalla limpia en agua y meterla en el congelador durante 10 minutos antes de dejar que haga su magia.
Ahora que tu piel está limpia, añade un tratamiento tópico a la mezcla. Evita los productos espesos y oleosos como las mantecas y los bálsamos, ya que pueden fijar el calor en la piel, impidiendo que se enfríe adecuadamente.
Tu quemadura estará mejor cuidada con productos livianos específicamente formulados para el cuidado de la piel después del sol, ya que contendrán ingredientes como aloe vera puro, vitamina E, lavanda, regaliz, algas, ácido hialurónico y pepino para reducir el dolor y el enrojecimiento, reparar el daño y rehidratar la piel.
Una vez absorbidos, sigue aplicándolos. Y aplicándolos. Y aplicándolos. Y hagas lo que hagas, no te pongas a pelar la piel muerta ni a reventar las ampollas. Por muy molesto (y un poco asqueroso) que pueda ser el pelado de la piel, es parte del proceso natural de curación después de una quemadura de sol.
Si lo retiras, corres el riesgo de causar cicatrices y más irritación. Así que ¡no lo toques!
Cómo evitarlas
Y finalmente, ten más cuidado la próxima vez. Ya sea que estés dando un paseo por el campo o vayas a pasar el día en la playa, aplicar el protector solar regularmente siempre es lo mejor para evitar quemaduras.
El protector no es infalible, y sus efectos no duran todo el día, así que deberás aplicarlo cada 2 horas aproximadamente sobre cada trozo de piel al aire libre. Aunque lo mejor es que te resguardes del sol debajo de una sombrilla o ropa.
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