A todos nos ha pasado, te aplicas el protector solar antes de salir de casa, pero una vez en la playa te olvidas de reaplicarlo, y pagas el precio de tu error con una incómoda y molesta quemadura.
La incomodidad por la que estas pasando, seguramente te sirva como buen recordatorio para que la próxima vez no escatimes en usar un buen protector solar.
Pero, mientras tanto, no hay razón para volverse loco esperando que la quemazón y enrojecimiento disminuyan, y que la piel empiece a pelarse inevitablemente.
Aunque no puedes deshacerte de una quemadura solar en solo unas horas, hay formas de disminuir cualquier dolor que puedas estar sintiendo, reducir el enrojecimiento (y la posible hinchazón si es realmente grave) y asegurarte de que tu cuerpo no se convierta en una capa gigante de piel muerta.
Además, en casos graves, será muy importante visitar la consulta de un especialista. Sin embargo, aunque será crucial la opinión de un experto, nos hemos propuesto ayudarte a mejorar el enrojecimiento y hacer que la molestia y la incomodidad por la que estás pasando sea mucho más liviana.
¿Cómo? contándote uno a uno los pasos que debes seguir para curar una quemadura solar.
¿Qué es una quemadura solar?
Primero, lo básico: saber realmente de qué se trata. En pocas palabras, es la respuesta de la piel a la exposición a los rayos UV, una señal de alarma que indica el daño.
Cuando tu epidermis se enrojece, esa es la respuesta inflamatoria del cuerpo; las células están en problemas y necesitan ser reparadas y protegidas, por lo que tus vasos sanguíneos se dilatan, tu piel comienza a perder su humedad (de ahí esa sensación de tirantez), las células epiteliales se engrosan y se produce melanina para evitar que los rayos UV profundicen o dañen el ADN de tus células.
En este sentido, podemos advertir cómo nuestros tejidos se vuelven de un tono rojo muy característico, se tornan más ásperos, calientes al tacto y con picor.
¿Cuáles son los pasos para tratar una quemadura solar?
Para saber cómo debes curar bien la dermis debes seguir los siguientes pasos:
1. Evita el sol: será crucial para no quemarte de nuevo
¡Aléjate del sol! Lo más rápido posible. En el momento en que te des cuenta de que la zona está enrojecida, métete debajo de una gran sombrilla o busca una toalla para arrojarla sobre tu cuerpo o cúbrete con lo primero que tengas a mano. Sea lo que sea, elimina el sol de la ecuación.
No te convenzas de que «el daño ya está hecho». Si bien es cierto que ya se ha hecho algo de daño, permanecer expuesto al sol puede y te hará más daño. No le des la oportunidad.
2. Mantén tu dermis bien humectada
Una vez que estés a salvo fuera del alcance de los rayos ultravioleta, hidrátate. Cuando tu cuerpo se sobrecalienta y las células de tu piel responden a la exposición a los rayos UV, pierdes mucho líquido, por lo que es importante rehidratarse pronto y con frecuencia.
Es importante que utilices una crema hidratante con activos humectantes, como el colágeno.
3. Opta por una ducha con agua fría o tibia
Hablando de agua, también querrás ducharte (con agua tibia o fría ¡nunca caliente!) para refrescarte y bajar tu temperatura corporal.
Una ducha también te ayudará a deshacerte de cualquier protector solar, sudor, arena y agua salada o de la piscina que pueda estar pegada a tu piel.
Usa tus manos para lavarte suavemente con un gel hidratante y evita a toda costa las esponjas o los lavados bruscos.
Alternativamente, puedes añadir un poco de leche y/o avena al agua para ayudarte a reducir la inflamación y el enrojecimiento. Cuando termines del baño, sécate suavemente la piel, ¡sin frotarla!.
4. Utiliza una bolsa de hielo para reducir la inflamación
Si todavía te sientes hinchado e incómodo después de la ducha, ve hasta el congelador y coge una bolsa de hielo (o de guisantes. Aplícala sobre el área quemada para reducir aún más la hinchazón y la temperatura de tu piel.
Mi truco favorito es remojar una toalla limpia en agua y meterla en el congelador durante 10 minutos antes de dejar que haga su magia.
5. Añade un tratamiento con buenos principios activos
Ahora que tu piel está limpia, añade un tratamiento tópico a la mezcla, además de protegerla utilizando un protector adecuado para tu tipo de tez.
Evita los productos espesos y oleosos como las mantecas y los bálsamos, ya que pueden fijar el calor en la piel, impidiendo que se enfríe adecuadamente.
Tu quemadura estará mejor cuidada con productos livianos específicamente formulados para el cuidado de la piel después del sol, ya que contendrán ingredientes como aloe vera puro, vitamina E, lavanda, regaliz, algas, ácido hialurónico y pepino para reducir el dolor y el enrojecimiento, reparar el daño y rehidratar la piel.
Reaplicar el tratamiento elegido será crucial
Una vez absorbidos, sigue aplicándolos. Y aplicándolos. Y aplicándolos. Y hagas lo que hagas, no te pongas a pelar la piel muerta ni a reventar las ampollas.
Por muy molesto (y un poco asqueroso) que pueda ser el pelado de la piel, es parte del proceso natural de curación después de una quemadura de sol.
Si lo retiras, corres el riesgo de causar cicatrices y más irritación. Así que… ¡no lo toques!.
Cómo evitar las quemaduras solares
Y finalmente, ten más cuidado la próxima vez. Ya sea que estés dando un paseo por el campo o vayas a pasar el día en la playa, aplicar el protector solar regularmente siempre es lo mejor para evitarlas.
El protector no es infalible, y sus efectos no duran todo el día, así que deberás aplicarlo cada 2 horas aproximadamente sobre cada trozo de piel al aire libre. Aunque lo mejor es que te resguardes del sol debajo de una sombrilla o ropa.
Cuando se realicen actividades al aire libre debemos utilizar siempre protectores de alto espectro, utilizar gafas, gorro, junto con una indumentaria que sea fresca para que podamos cubrir las zonas más sensibles.
No olvides: reaplicar de nuevo el solar cada cierto tiempo y evitar las horas centrales del día.
¿Cuándo podremos volver a tomar el sol?
Es una pregunta que todas/os nos formulamos transcurridos unos días, una vez que los daños comienzan a remitir.
El consejo principal de los expertos es no volver a exponerse ante los rayos del sol hasta que hayan transcurridos varios días.
Si de lo contrario no hacemos caso a este consejo y nos exponemos de nuevo, retrasaremos el proceso de regeneración, inflamando e irritando mucho más los tejidos.
La zona quemada debe descansar unos días, para que de este modo volvamos a recuperar todas sus propiedades y funciones.
Ahora que conoces bien cómo debes tratar y curar una quemadura, es el momento de pasar a la acción y volver a restaurar tu dermis lo antes posible, ¡cuida tu piel!.
Resumen